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Microbiota & Autismo (Abril 2018)



¿Cómo es que nuestra Flora Intestinal o Microbiota impacta nuestras emociones?

¿Qué mecanismos están utilizando? ¿Qué tan importante es mi alimentación?

Es casi de conocimiento universal que el estrés y la ansiedad que experimentamos modula o nos impacta en la función intestinal, por lo general estos síntomas terminan en diarrea, nauseas y malestar estomacal.

De hecho, la influencia que la ansiedad puede provocar en el tracto GastroIntestinal (GI) se identifica como "mariposas en el estómago" o "presentimiento". Sin embargo, no fue sino hasta finales del siglo XIX que estas observaciones empezaron a ser investigadas de manera objetiva por luminarias como William Beaumont.

Todos estos efectos están dados por el eje cerebro-intestino que por definición se da en ambos sentidos, es un concepto reciente que el intestino y sus componentes, puede influenciar, las funciones cerebrales superiores. Más aún, se ha postulado que el intestino y su microbiota (flora intestinal) pueden modular nuestros estados de ánimo y comportamientos, existiendo cada vez más evidencias hasta para la etapa de la infancia.

El sistema nervioso central puede influenciar la composición de nuestra microbiota en el tracto gastrointestinal de manera directa e indirecta. Las alteraciones de manera directa son ejercidas por la acción de los neurotransmisores en el espacio del intestino (lumen), estos se liberan por células del intestino (llamadas enterocitos) y por la mucosa del intestino. De manera indirecta, se puede originar cambios en la composición de la flora intestinal a través de fluctuaciones en lo movilidad y secreción. Los cambios en la movilidad del intestino pueden estar acompañados de cambios marcados en el flujo de sangre, por lo tanto en la distribución de los nutrientes y disponibilidad de la microbiota.

Existen actualmente mucha evidencia de investigación en estudios con animales y con humanos de la implicación de la microbiota en el desarrollo de desordenes neurológicos, que sobre todo son notables en trastornos como el autismo. Estas observaciones se han observado comparativamente en estos niños con niños sanos como control, y al comparar los grupos de bacterias que cada uno tenia se encontraron diferencias significativas. Por ello, estas diferencias en la microbiota del tracto gastrointestinal tienen implicaciones en el desarrollo e identificación de bio-marcadores, opciones de tratamiento potenciales para la prevención de este tipo de enfermedades.

Muchas estrategias de intervenciones en nutrición, que incluyen dietas libres de caseína, de gluten, dietas cetogénicas o suplementación con ácidos grasos omega, minerales, multivitamins, se han explorado para tratar estos síntomas de comportamiento y el estrés que acompaña a este tipo de enfermedades en el tracto gastrointestinal. Algunas dietas (p.ej. dietas libres de gluten/caseína, antioxidantes, o cetogénicas) han dado como resultado el aliviar los síntomas asociados al Autismo. Aunque algunas veces se observó el exceso de algunos nutrimentos por ello se tiene que hacer un perfil más personalizado para los estilos de vida de los niños.

En general los mecanismos propuestos de este eje de la microbiota y el tracto gastrointestinal incluyen las vías o rutas neuronales, hormonales, y metabólicas. Sin embargo estos ejes y rutas neuro-inmunes han demostrado aliviar la sintomatología de los pacientes con autismo. Se ha propuesto también que las citocinas (sustancias químicas que liberan nuestras células del sistema inmune) cuando se tiene una inflamación del tracto gastrointestinal pueden cruzar la barrera para entrar al cerebro y producir una respuesta inmune que da como resultado una influencia en el comportamiento.

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