¿Por qué somos indiferentes al ver el sufrimiento?

Todos sabemos que el comportamiento abominable ocurre a puertas cerradas. Pero tan pronto como se presenta a través de imágenes de película o fotos, nos sentimos culpables, responsables, involucrados.

No nos gusta que nos obliguen a hacernos preguntas difíciles sobre el sufrimiento que la mayoría de nosotros hace poco para detener. Pero, ¿por qué hacemos clic y observamos atrocidades sin hacer nada y sin decir nada? ¿Por qué nuestra indignación rara vez se convierte en acción?.

Sufrimiento distante

Gran parte de lo que presenciamos tanto en la vida real como en la pantalla a la que respondemos con silencio, desconexión y tolerancia. Este es particularmente el caso cuando otros también fallan en actuar o intervenir.

El científico psicólogo Andrew Monroe y sus colegas han estudiado esto en varios experimentos sociales. Su conclusión:

"Las acciones morales se evalúan en relación con lo que la mayoría de las demás personas hacen, y no únicamente con relación a las reglas moralmente objetivas".

En otras palabras, decidimos en gran medida cómo debemos comportarnos en función de cómo se comportan las personas que nos rodean, no solo nuestra propia brújula moral. ¿Pero qué pasa cuando somos testigos del sufrimiento en películas o en segmentos de noticias en línea? El trabajo del investigador de estudios de medios Johnathon Ong muestra que:

"El testimonio de los medios de comunicación ha proporcionado una guía para pensar acerca de las consecuencias éticas de mostrar y ver el sufrimiento en los medios".

Esta investigación postula que las nuevas películas y fuentes de noticias que captan y muestran fácilmente el sufrimiento en el mundo real vienen con nuevas preocupaciones éticas. Dentro de esta línea de investigación hay preguntas sobre cómo respondemos psicológicamente al sufrimiento distante. Uno de los pocos estudios realizados sobre este tema fue publicado por Martin Scott. Descubrió que observar o escuchar sobre el sufrimiento de los demás en los medios de comunicación, personas que están lejos de nosotros en el tiempo o el espacio, estaba "generalmente caracterizado por la indiferencia" y que las personas deshumanizan fácilmente a los que estaban representados.

Ética performativa.

Cuando vemos películas con otros, también inevitablemente nos deslizamos en nuestra propia actuación. Adoptamos el papel del observador. Un observador que es consciente de ser vigilado. Nuestra expresión de ética y condena se convierte en una forma de teatro social. Antes de reír o gemir, asentir o gritar, nos comunicamos con el panóptico (punto de vista) de nuestra propia ética social. Está constantemente observando todo lo que hacemos, controlando y modificando nuestro comportamiento. El propósito clave es mostrar a los demás que somos buenas personas, que actuamos adecuadamente a la luz de un material éticamente desafiante.

No necesariamente queremos ser personas buenas y éticamente consistentes. Solo queremos ser percibidos como tales. Es probable que sea por eso que compartimos, comentamos o comentamos representaciones de sufrimiento en línea. Mostramos nuestra indignación al mundo, demostrando que somos seres humanos conscientes y éticamente sanos. Pero eso es a menudo donde se detiene. Más allá de nuestro "clicktivismo", rara vez tomamos medidas para evitar que el sufrimiento continúe.

Todos debemos comprometernos con nuestra oscuridad interior, abordar temas tabú y enfrentar nuestras hipocresías.

Ver el "mal" en la pantalla puede obligarnos a enfrentar nuestras creencias inconsistentes. Nos lleva a desgarrar nuestros puntos débiles cognitivos , exponiendo la hipocresía que hay dentro. Y cuando esto sucede, podemos combatir nuestra apatía interna y nuestra tendencia a deshumanizar. Este es el mejor momento para aprovechar nuestra tristeza o indignación, para donar a organizaciones benéficas que luchan contra la injusticia en el mundo, o para involucrarnos en un comportamiento más éticamente coherente.

Solo cuando aliviemos nuestras hipocresías podemos detener el círculo vicioso de nuestra propia destrucción ética.

(Adaptado y complementado de Shaw J., Pychology Today, Mayo 2019)

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